MIRYAM GORBAN

 Miryam Kurganoff de Gorban es una referente local indiscutida en materia de soberanía alimentaria.
 Nutricionista, investigadora y militante, contínua imprimiendo su sello sobre la reivindicación de la economía popular, trabajando por el debate y promoción de políticas públicas en pos de garantizar circuitos virtuosos de producción, comercialización, consumo y alimentación saludable.

TRAYECTORIA

 En 1996 formó parte de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación convocada por Naciones Unidas, constituyendo el primer plenario de líderes mundiales que puso al flagelo del hambre entre los ejes centrales de una agenda transversal.

  Su larga trayectoria logró una institucionalización clave en 2013, cuando la Universidad de Buenos Aires (UBA) formalizó la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA) de la Escuela de Nutrición donde el objetivo es promover el debate sobre el derecho a una alimentación adecuada y sobre la irresuelta disputa por la distribución desigual de los alimentos.
 Desde su rol de coordinadora de la misma, Miryam investiga el mapa de la concentración empresarial que manipula los precios y los alimentos que consumimos.

  Gorban fue nombrada el pasado diciembre Doctora Honoris Causa por la Facultad de Medicina de la UBA, recibiendo una distinción de esa envergadura debido a su incansable lucha por el acceso a la producción de alimentos sanos para toda la población.

 Fue Jefa de Alimentación del Sanatorio Güemes en los años ‘70, centro entonces de notables avances científicos y médicos como la técnica del by pass, conducidos por el doctor René Favaloro.
 Ella dirigía la orquesta alimentaria del sanatorio para abastecer tanto a los pacientes de alta complejidad, como a las tres mil personas que trabajaban allí.
 Por sus posiciones y su actividad gremial, Kita fue secuestrada en tiempos de la dictadura, y recuerda que las gestiones del propio Favaloro permitieron recuperarla con vida.

SOBERANÍA ALIMENTARIA

 En los ‘90, se zambulló en un concepto que todavía estaba germinando: Soberanía Alimentaria.
 Acuñado por Vía Campesina, la organización que lo llevó formalmente al foro internacional de 1996, el concepto de Soberanía alimentaria alude al derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo para garantizar una alimentación natural y suficiente para toda la población.
 “Alimentarse sano es soberano”, refrenda Gorban, y agrega: “Tenemos que buscar soluciones a cuestiones estructurales. El hambre se resuelve con empleo, salarios y precios justos para el que produce y el que consume. También es fundamental el acceso a la tierra para quienes producen alimentos sanos. Esas son las cuestiones centrales”.

 VICENTÍN

  De la mano con el proyecto de intervención, previa discusión en el Congreso, y expropiación de la empresa Vicentín, reapareció en la agenda pública el concepto de soberanía alimentaria.

  Durante una entrevista para El Tiempo, la especialista explica la importancia de la misma y la relevancia de tener una empresa pública que funcione como «testigo» en el sector.
 Argumenta que la soberanía alimentaria se trata de un término político nacido de los movimientos sociales y que el proyecto de intervención oficiaría como un paso “hacia” la soberanía alimentaria, que implica “la producción de alimentos seguros, sanos y soberanos para alimentar al pueblo”.

  La nutricionista entiende que “este es un pasito hacia la soberanía alimentaria; no podemos hablar acabadamente de ello hasta que los productores familiares no tengan acceso a la tierra, mientras no dejemos de fumigar las escuelas y dejemos de producir con agrotóxicos y venenos, que nos llevan a una economía drogadicta. El concepto es político y abarca la autonomía y la autosuficiencia alimentaria, es decir, la producción de alimentos seguros, sanos y soberanos cambiando el modelo productivo por uno basado en la agroecología”.

  Asume que si damos este paso, se le estaría dando un hachazo a la espina dorsal monopólica y oligopólica del comercio de granos, al mismo tiempo que podemos tener una empresa pública que oficie de guía en el control de los precios.
 Explica que este es un problema porque los formadores de precios son los que generan la inflación que estamos sufriendo y que limita el acceso a una alimentación correcta. El tema no es sólo que se expropie, sino que se convierta en una empresa pública que tenga como brújula la soberanía alimentaria y un cambio en el modelo productivo.

  Miryam sostiene que es importante para el Estado tener una empresa de estas características en tanto puede funcionar como una empresa testigo, que nos va a servir para evaluar la temática ligada a los precios y a la exportación, que es una gran vía de fuga de divisas más que necesaria.
 Señala también, que esas multinacionales estaban interesadas en concentrar más el mercado, en seguir evadiendo divisas e influyendo en los problemas que tenemos con el valor del dólar y de nuestras reservas.

 

ARGENTINA: PROCESOS DE PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN                                                                      

 En el marco del debate sobre el concepto de Soberanía Alimentaria inmerso en un contexto ligado a disyuntivas dadas por el conflicto en torno a Vicentín, la reconocida nutricionista expone las realidades que se dan en Argentina en estos términos, haciendo así un análisis en función de los caminos que deberían adoptarse.

  La referente afirma que “…la industria alimentaria está concentrada en muy pocas empresas en Argentina y en el mundo.
 Se dice que la concentración y el gran tamaño de esas empresas sirven para abaratar costos, pero los alimentos cuestan cada vez más. La inflación y el abastecimiento pueden ser digitados por las corporaciones; a los alimentos los convirtieron en una mercancía como una forma de control de las sociedades y la inflación que produce la alimentación no es un problema económico, es un problema político”.
 Asegura que dentro de nuestro territorio se da lugar a la paradoja de importación de alimentos producidos acá mismo exponiendo una gran contradicción, además de la falacia que promete una producción para 400 millones de personas, ya que no es así.
 De hecho, recuerda que se tuvo que implementar un plan contra el hambre porque con el monocultivo se producen esencialmente commodities que sólo parcialmente nos provee de alimentos, siendo que va dirigido a los animales y a los automóviles a través de los biocombustibles.
Entiende que destino de la producción de alimentos es conflictivo.

  “El primer tema es la concentración de tierras. Se meten en el agronegocio (soja principalmente) nuevos actores que no son productores sino grupos financieros, cambiando la lógica productiva ya que lo que les interesa es la máxima rentabilidad y la exportación, no la alimentación de la sociedad.
La soja ocupa el 60% del territorio cultivable argentino y se exporta como forraje para vacas y cerdos chinos y europeos.”
 De esta forma, expone de qué forma la concentración de tierras expulsa o desplaza a los campesinos, pequeños y medianos productores, y cómo eso incrementa la migración del campo a las periferias urbanas, a zonas de pobreza y marginalidad, situación que luego da lugar a los reclamos sobre inseguridad y la necesidad de planes sociales para contener a esos sectores sometidos a la violencia de la fragmentación social y la desigualdad.

  “Por la concentración de tierras, en los pueblos se pierden los recursos para producir localmente alimentos, desaparecen sistemas productivos enteros y los mercados regionales, entonces el monocultivo destruye la diversidad, faltan alimentos, hay menor oferta agravada porque mucho de lo que se produce está orientado a la exportación; por eso cambia la canasta alimentaria y suben los precios, ganan terreno la alimentación industrial y los supermercados.”
 Sostiene que hay una imposición y dependencia de las semillas transgénicas y todo el paquete tecnológico de agroquímicos para poder usarlas, una subordinación a insumos importados y todo el sistema provoca un agotamiento de los suelos y las fuentes de agua, contaminación, deforestación y desertificación.

  La especialista esgrime que, “Argentina es un país productor de alimentos. No tiene sentido que exista una inflación como la que hay, que te muestra de qué modo el alimento se convirtió en mercancía.”
 Afirma que la cadena de producción, comercialización y abastecimiento de los alimentos de la canasta básica está en manos de un puñado de empresas que pueden manejar los precios y que ahí está el origen de los desabastecimientos y golpes de inflación o hiperinflación: los famosos golpes de mercado con los que sacuden a los procesos democráticos.

  Miryam argumenta que la cuestión de los precios afecta principalmente a los pobres constatando que entre el 60% y 70% del presupuesto familiar de los sectores de menores recursos está destinados a la alimentación y que las  subas de precios se dan en los productos de mayor consumo, correspondiéndose con los hábitos de la gente.
 En este sentido, eso conduce a otra típica solución de mercado: segundas marcas, que indican que hay alimentos de primera, de segunda y de cuarta, cada vez más vacíos de contenido alimenticio, pero más rellenos de químicos y conservantes.

 De esta forma, Gorban aborda diferentes tipos de problemas en la materia, como ser el fenómeno de las cadenas de distribución de alimentos las cuales provocan que un consumidor de un sachet de leche pague 500% más que lo que recibe el productor.
En este sentido corrobora que “En este país, se está violando el derecho a la alimentación.”

 PROPUESTAS

  Las propuestas de la profesional, compartidas con un universo de organizaciones, cátedras y experiencias sociales, plantean un cambio gradual en el modelo de producción hegemónica.
 Estimular la agroecología familiar alrededor de los conglomerados urbanos, garantizando así el abastecimiento de alimentos frescos con cadenas cortas de comercialización (con beneficios como la baja de precios, suba de la calidad de alimentos, y generación de trabajo); promoción de una alimentación saludable, poniendo un freno a la concentración y extranjerización de la tierra.
 Las propuestas incluyen garantizar el acceso a la tierra, el resguardo y promoción de su función social.
 Plantea la necesidad de controlar estatalmente la cadena alimentaria, los precios, recuperar instituciones como las Juntas de granos y de carnes, eliminar la producción de agrocombustibles a partir de alimentos, respetar a los pueblos originarios en sus territorios, transformar todo esto en un tema formal de la educación pública, así como la creación de polos de desarrollo productivo en cada ciudad.

 PANDEMIA

  “La alimentación está puesta en el centro de la discusión pública. Nos encontramos en medio de una pandemia que agrava el problema y que es producto de un modelo productivo a nivel global, asociado a la crisis climática y el quiebre del equilibrio agroecológico.
 Hablar de soberanía alimentaria nos lleva a plantear la temática que gira en torno a la autosuficiencia alimentaria y no de commodities. Autosuficiencia basada en nuestras guías alimentarias. No comemos soja.”
 Gorban entiende a la pandemia como una crisis capitalista del mundo entero, que apela al modelo de explotación y así expone cómo en la ciudad donde esto se produjo hay una explotación masiva de animales.

 Con respecto a la manera en la que debemos abordar la situación de la pandemia desde la soberanía alimentaria, entiende que se debe cambiar el modelo productivo, siendo que en nuestro país la realidad muestra la desaparición de las pequeñas chacras familiares y al mismo tiempo el aumento de la concentración de la tierra y de la riqueza.
 Esto ha sido acompañado de lo que se conoce como la extensión de la frontera agrícola, resultando en la desertificación de la tierra, liquidación de nuestros bosques, nuestro Chaco impenetrable, que era un tesoro para la humanidad.
 De esta forma, sostiene que “…esta pandemia fue resultado de una crisis climática que está asociada a la explotación de la tierra y la sucesión de hechos como las sequías e inundaciones que arrasan con ciudades enteras. Los especialistas sostienen que los animales son desalojados de su hábitat natural y conviven más cerca de nosotros. Con los animales, los virus mutan y se transmiten a las personas, y así lo señalan como el origen.”

 Si ponemos en debate cuál es el rol del Estado en relación a la producción y acceso de alimentos para toda la población, la nutricionista en cuestión argumenta que la salida tiene que estar directamente vinculada a la soberanía alimentaria entendiendo que el camino es la producción agroecológica tanto para animales como para vegetales; esas son las medidas de fondo que hay que tomar.
 Entiende que cuando hablamos de soberanía alimentaria, hablamos de autosuficiencia alimentaria, y que a partir de la dependencia alimentaria de otros países, al cerrar las fronteras en situaciones como estas hay problemas de desabastecimiento interno.
 Enfatiza el aspecto fundamental referido a que cada país debe producir sus propios alimentos, los que necesita su población. El país que no lo hace tiene un problema muy serio de seguridad alimentaria y eso es lo que hay que garantizar. Debemos dejar de recorrer tantos kilómetros para llevar alimentos de un continente a otro.

  En este sentido, Miryam explica que, “…a nivel país hay que pensar en el desarrollo local. En cada municipio debe haber un tambo, un matadero (de faena artesanal), la granja para los pollos y los huevos y un cordón verde que rodea la ciudad para garantizar el acceso a alimentos frescos y sanos a toda la población.
 ¿Por qué tenemos que llevar la papa de Salta a Lomas de Zamora o las ciruelas de Mendoza a Entre Ríos? De esa manera se agotan los recursos fósiles que además son los mayores contaminantes y causas del calentamiento global. Esa logística influye muchísimo en el costo de la alimentación. Por esto se tratan de desarrollar comercios de cercanía.”
 Gorban sostiene fervientemente que el rol del Estado en esta situación es fundamental.
 Si el debate gira en torno a la distribución, a pensar en la logística, en los puertos, en los ferrocarriles que deben estar a disposición, sostiene que aquellas son medidas estructurales, de forma que van a ayudar a bajar el precio de los alimentos. Entiende que la iniciativa privada es muy valorable y podemos hacer asociaciones comunes pero el Estado debe estar presente en toda la cadena productiva.

 

  CHECHELE, GINA

 

 

 

 REFERENCIAS

https://www.tiempoar.com.ar/nota/miryam-gorban-si-la-soja-es-tan-buena-para-los-pobres-por-que-no-la-comen-los-ricos
https://www.tiempoar.com.ar/nota/entrevista-a-miryam-gorban-un-hachazo-a-la-espina-dorsal-monopolica-y-oligopolica-del-comercio-de-granos
https://www.lavaca.org/notas/miryam-honoris-causa/
https://latinta.com.ar/2019/10/miryam-gorban-pais-violando-derecho-alimentacion/
http://pachamamitalibros.com.ar/naturaleza-humana-miryam-gorban/
https://www.rionegro.com.ar/soberania-alimentaria-en-tiempos-de-pandemia-1384833/

 

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